septiembre 12, 2025

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En el país de Perón, Néstor y Cristina ya sabemos que el derrame no  existe- Por Ezequiel Arauz

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Lo proponen los neoliberales a sabiendas de que no ocurre naturalmente y quienes creen en el desarrollismo sin inclusión desde una fé probablemente genuina. Ambos ganan tiempo con eso. Pero en verdad el derrame no existe. El piso básico que debiera garantizar un gobierno popular en el país de Perón, Néstor y Cristina debe o debiera ser ese. 

Si la economía crece, pero el estado no tiene capacidad ni voluntad real de intervenir y no hay distribución de la riqueza, ese crecimiento se lo quedan cuatro vivos que podríamos apodar mercado. 

La idea casi parte de un sentido común que como tal es difícil de rebatir. Propone esperar, frenar la caída y estabilizar y recién después, tentativamente, vendría la distribución.  Es una idea que puede sonar lógica y hasta sensata, pero esconde como concepción una mirada peligrosamente alejada del modelo justicialista. La mera administración sin cambios, nunca deriva en procesos de mejoras populares y tampoco períodos de crecimiento sostenido. 

Los gobiernos de Perón hasta mediados de los ´70, los de Néstor y Cristina más acá en el tiempo son la demostración de que el crecimiento real, sostenido, coincide con ciclos donde el estado interviene con políticas activas y niveles de inversión social altos para repartir la que sino se queda el mercado. Las etapas mas virtuosas desde lo económico se dieron en esos gobiernos. Es un dato.       

En tanto, desde 2015 hasta acá, cada indicador social que uno tome, va en caída. Por lo general, mucho más pronunciada entre 2015 y 2019, es decir durante el gobierno macrista. Pero, pandemia mediante claro está, tampoco ha habido una recuperación de la participación de los trabajadores en el reparto de la torta. Se registra una caída fuerte y sostenida del ingreso. Al tiempo que la inflación se come el poder de compra de los sectores populares hay concentración de la riqueza. 

Es decir, nuestro país es viable y tiene con qué. Pero esta pesimamente distribuido. 

En estos años hemos caracterizado correctamente al macrismo. Su responsabilidad innegable en el estado de cosas actuales, que vamos a sintetizar en tres cuestiones concomitantes: el hecho de que recibió como dijo Dujovne, un país “con bajísimo nivel de endeudamiento externo”; un país con los salarios en dólares mas altos de la región y un país que post Kirchner, se había sacado de encima al FMI y podía determinar su política económica con grados de independencia altos.

Fresco en nuestro recuerdo porque solo pasaron días entre una asunción y la otra, llevamos dos ministros de economía que al llegar priorizan “las señales a los mercados” y dejan de lado algunas propuestas distributivas en danza. Es entendible y nadie aquí desea “que les vaya mal”, mas bien todo lo contrario. A la vuelta de la esquina espera lo peor del neoliberalismo que en estos años a robustecido y profundizado sus definiciones en boca de su mas insistente y convencida que masiva ala llamada liberal libertaria. Lo sabemos.  

Pero la crisis, profunda y prolongada en el tiempo, no la sufren los mercados, es decir los cuatro vivos mas que los trabajadores y el pueblo. Es al réves. Si no se avanza en mejorar el salario, y en “frenar” también “la caída” de quienes viven de su trabajo y sus ingresos, sea este formal, mixto o de la economía popular, es probable que el futuro sea todavía mas complejo y si quien esta sufriendo es nuestro pueblo deberíamos ser más creativos a la hora de plantear soluciones.

No es cierto que “vamos a convertir los planes en trabajo”, no en lo inmediato y para todxs, ya lo hemos planteado incluso en este gobierno y los resultados concretos no están a la vista. La propuesta de un ingreso o salario básico universal para poner a todos por encima de la línea de indigencia es la senda. Plata hay, correlaciones de fuerza se construyen, no podemos caer en la idea enemiga de que no conviene o no corresponde. Sería una de las señales que nuestro pueblo está esperando.  

Si no han caído los niveles de ganancias de las empresas tiene que haber recomposición salarial. Y quizá no sea por acuerdo de todo el mundo sentado a una gran mesa, como lo muestran los últimos tres años. Que se opte por recomponer las jubilaciones es una buena noticia, quizá todavía escasa pero en el camino correcto.                    

Por último, hay una cuestión todavía sintomática en la política nacional que puede convertirse en enfermedad grave. El rol del partido judicial determinando procesos políticos. No hay paranoia. En Brasil sacaron de la cancha a Lula para asegurar la llegada de Bolsonaro a la presidencia.

Quien condenó al expresidente, hoy declarado inocente, fue ministro de justicia del gobierno que se impuso en elecciones amañadas por sus propios servicios. 

Hay que cuidar a Cristina y al apellido Kirchner. Sin ningún tipo de vergüenza. Los sectores concentrados, los mercados, los cuatro vivos tienen en claro donde apuntan. No dudan.

La campaña Todos Con Cristina debe ganar la calle y convertirse más temprano que tarde en expresión popular de quienes en el país de Perón, de Eva, de Néstor y Cristina todavía queremos y vamos a pelear por un país con justicia social.